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domingo, 3 de febrero de 2008

El cardenal Ruini pide una "conversión misionera" a las parroquias


ROMA, jueves, 31 enero 2008. El cardenal Camillo Ruini, obispo
vicario del Papa para la diócesis de Roma, ha pedido este jueves a las
parroquias una «conversión misionera». El llamamiento resonó entre los
participantes en el congreso «Parroquia y nueva evangelización», organizado
por la Comunidad del Emanuel en colaboración con el Instituto Redemptor
Hominis, que se desarrolla en Roma del 30 de enero al 1 de febrero.
Aclarando desde un inicio que su objetivo no era el de «tranquilizar ni
consolar», explicó que «la pregunta crucial afecta a la actitud que debe
tener la parroquia para acoger y aplicar ese gran cambio al que se alude con
el nombre de conversión misionera de nuestra pastoral».

Por este motivo, invitó a no quedar aprisionados por «dos tendencias
parcialmente contrastantes, pero poco abiertas a la misión: la de verse como
una comunidad cerrada, en la que sus miembros se encuentran bien cuando
están juntos, y la que se concibe como un "área de servicio" para la
administración de los sacramentos, que da por descontado en quienes los
piden una fe con frecuencia ausente».

Pastoral integrada

Para que se dé esta conversión de la parroquia en el nuevo contexto social,
el purpurado propuso una «pastoral integrada», proceso que requiere que «las
parroquias abandonen las tentaciones de la autosuficiencia, para
intensificar en primer lugar la colaboración y la integración con las
parroquias cercanas».

De este modo, explicó, podrán «desarrollar juntos y sin discordancias, en un
mismo ámbito territorial, esas atenciones y actividades pastorales que de
hecho superan las posibilidades normales de una parroquia».

Esta «colaboración e integración», dijo, «deben promoverse además con las
demás realidades eclesiales, que pueden estar presentes en el territorio,
por las comunidades religiosas, las asociaciones y movimientos laicales».

«El marco de referencia fundamental del proceso de integración es
evidentemente la diócesis, ante todo en la persona del obispo y en sus
orientaciones pastorales, pero también en los órganos de participación y en
las oficinas que atienden los diferentes ámbitos de la acción pastoral y que
están llamados en primer lugar a vivir una lógica de colaboración e
integración».

Espiritualidad de comunión

«La misma diócesis sin renunciar a su carácter y responsabilidad propia de
Iglesia particular está involucrada a un nivel más amplio en ese mismo
proceso de colaboración e integración, porque cada vez son más importantes
los temas pastorales a los que sólo se puede responder adecuadamente en una
perspectiva tanto regional como nacional, por no decir continental y
mundial».

«De todos modos, el primer motivo de la "pastoral integrada"», aclaró, «no
son los cambios sociológicos que tienen lugar en estos momentos, sino la
esencia misma del misterio de la Iglesia, que es comunión».

«La comunión eclesial tiene a su vez una orientación intrínseca hacia la
misión y a la comunicación de la fe, que deben constituir, siempre, pero de
manera especial en las circunstancias actuales, el criterio orientador de
toda la pastoral».

Tres orientaciones

El cardenal propuso tres orientaciones para ayudar a la parroquia a «asumir
en concreto una configuración misionera».

La primera es «formar a los cristianos que participan en nuestras
comunidades, en primer lugar a los mismos sacerdotes y seminaristas, en una
fe que se conscientemente misionera, en las diferentes situaciones de vida y
no sólo dentro del ámbito parroquial o eclesial».

El segundo «camino que hay que recorrer es el de discernir, valorar y
desarrollar las posibilidades misioneras que ya están presentes, aunque con
frecuencia de manera latente, en nuestra pastoral ordinaria, que nos permite
encontrar a muchas personas que pertenecen a la Iglesia de manera débil o
precaria, así como a los no creyentes: si nos acercamos a ellos con espíritu
evangélico y con empuje misionero no faltarán los frutos».

Una tercera orientación de fondo propuesta por Ruini es la de «dar un
espacio central a la pastoral de los adultos, y por tanto ante todo de las
familias, pero también a los ambientes de trabajo y de vida en los que se
encuentran los adultos».

Por eso pidió, en la medida de lo posible, «remodelar los ritmos de vida de
las parroquias de manera que sean realmente accesibles a los adultos que
trabajan y a las familias: para alcanzar este objetivo, más que organizar
numerosos encuentros, puede ser más útil un estilo pastoral caracterizado
por relaciones humanas profundas y cultivadas sin ese estrés que produce la
falta de tiempo disponible».

«De todos modos, la importancia de la pastoral de los adultos y de las
familias no debería implicar un debilitamiento del compromiso a favor de las
generaciones más jóvenes; sería un error gravísimo», explicó.

El cardenal consideró que la conversión de una parroquia misionera no es un
«desafío imposible»: «hace falta "remar mar adentro", con la confianza, la
creatividad y la valentía apostólica que nacen de la fe».

Por Jesús Colina

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