Aquí estoy la mar de contento en la aventura americana, un capítulo de la misma novela de mi vida que comenzó ya hace algunos años. El día que llegué a Guatemala pude celebrar la Santa Misa a las 12 en el Oratorio de Nuestra Señora de la Paz.
Mi trabajo aquí es bastante parecido al que tenía en Málaga, aunque cambie la latitud. Vivo y atiendo el Club Gurkhas, por donde acuden muchos chicos a estudiar, recibir medios de formación cristiana y hacer distintas actividades.
El 10 de febrero un grupo de los del Gurkhas subieron el volcán más alto de Guate: más de 4000 metros. Yo puedo ver diariamente 4 desde la ciudad, el fin de semana pasado pude verlos más cerca; uno de ellos lleva echando humo toda la vida, pero no pasa de ahí.
Es verdad lo que cuentan de la “eterna primavera”, por las mañanas y en la noche refresca algo, pero por el día se llega a los 30-35, a la sombra se está muy bien pero cuando llevas un poco al sol pienso que pica tanto como por allá. Eso sí, la naturaleza es inimaginable, en Los Volcanes vi pájaros y plantas de todos los tipos y colores.
A propósito de las palabras, seguro que sabéis que el “carro” aquí es el coche, pero seguramente no sabéis que el cerdo se llama “coche” (de cochino) y el jabalí “cochemonte”. En una ocasión un español dando una catequesis a unos pequeños (patojos) de un pueblo perdido, al explicarles la creación les dijo que Dios hizo todos los animales y plantas y pidió ejemplos a los niños que añadieron entre otros al “coche” y no salían de su asombro cuando en catequista les corrigió porque los coches no los hizo Dios, sino que los fabrican los hombres.
Lo de los carros es curioso, pero desde los 16 años la gente puede conducir y a pie no se mueve casi nadie pues la ciudad es inmensa, en la que casi no hay bloques de pisos por los terremotos. Ahora han hecho centros comerciales y lugares de oficinas en torres de 10 ó 20 pisos de cristal. El transporte urbano es muy malo y eso hace que casi todo el mundo que tiene un trabajo fijo tenga su carro, a veces bastante viejo y roto. Yo ya he “manejado” sólo después de varios días, aunque una vez me perdí pero aquí es fácil encontrarse porque los barrios y las calles y avenidas no tienen nombre (salvo las cinco principales) sino números, y siempre en orden.
Otro día os cuento más, yo estoy estupendamente: el agua de la casa es perfectamente potable y en el colegio hay grades bidones de 25 litros de “agua salvavidas” en cada pasillo. Ni los frijoles ni la fruta tropical me ha afectado al estómago.
Un fortísimo abrazo, que me acuerdo a diario de todos: José Manuel Padilla
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