Aborto: lo que “protege” el Código Penal
Andrés Ollero
www.elestadodelderecho.com
24/01/2008
Con este título acaba de publicar uno de sus interesantes artículos mi admirado y seudotocayo Perfecto Andrés Ibáñez, magistrado de la Segunda del TS. Nunca dejo de leer nada de lo suyo que cae en mis manos; por doble razón. Perfecto demuestra siempre una honestidad intelectual a prueba de bomba. Escribe convencido de la verdad de lo que afirma; o sea que, dicho sea en su favor, no es nada relativista, y argumenta todo lo razonablemente que la causa permita. Además, segunda e importante razón, rara vez estoy de acuerdo con lo que afirma; lo que no deja de resultar estimulante.
En esta ocasión, la discrepancia lograda ha sido la habitual. Para él, la penalización del aborto es para “las mujeres presas de embarazos no deseados” una “brutal amenaza sobrepenalizadora”. Su único fundamento resulta ser “mágico-religioso” y “nada tiene que ver con la defensa de la vida”. Escribiendo casi parece tan andaluz como yo, ya que plantea un conflicto que tiene como únicos interlocutores a la pobre mujer de turno y a los curas; del muerto ni noticia, quizá para evitar el mal fario. Hasta aquí todo normal...
Mi sorpresa supina es que, de pronto, afirma algo con lo que por una vez estoy plenamente de acuerdo; aunque no acierto a entender cómo pueda rimar con lo anterior: “no tengo la menor duda de que el aborto es un mal”. No vendría mal que explicara por qué: libera a la mujer encadenada y desafía a lo mágico-religioso, lo que racionalmente parece muy de alabar. Quizá no ha querido decir que lo considere malo, sino que le consta que a más de uno le parece mal. ¿Basta eso para que lo considere “un mal”?. Me deja sumido en un mar de dudas...
Volviendo a la discrepancia, constata que “la interrupción del embarazo y la reacción punitiva discurren en paralelo, con patente indiferencia de las cifras de la primera al desarrollo de los índices de criminalización”. Debe referirse a que los fiscales riñen a los jueces si se les ocurre llamar a las mujeres víctimas del aborto a declarar, aunque sea como testigos del previsible crimen. Con ello suscribe un planteamiento meramente represivo de lo penal, ignorando su nada despreciable función normalizadora de conductas. La despenalización del aborto, sometida a presuntos límites que nadie controla, ha llevado a trivializar lo que Perfecto considera “un mal”; hasta el punto de que, según la última estadística disponible, seis mil mujeres han llegado a sufrirlo por tercera vez. Ni una ampliación de la despenalización, innecesaria en España, dada la práctica pasividad de los responsables de hacer cumplir la ley, ni el reconocimiento formal del aborto libre evitarían ese continuo progreso del “mal” del aborto; más bien contribuirían a ampliarlo.
Andrés Ollero Tassara es Catedrático de Filosofía del Derecho en la Universidad Rey Juan Carlos (Madrid).
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