FRASES DESTACADAS
El “Jesús” de Pagola no es el Jesús de la fe de la Iglesia
Es un libro que presenta a un Jesús vaciado y rellenado, según la técnica de la desmitologización promovida por R. Bultmann.
Jesús es Dios, sabe que es Dios y habla continuamente de ello. J.A. Pagola elude este aspecto fundamental del perfil de Jesús. La tentación arriana asoma en el conjunto de la obra.
Jesús ha tenido conciencia de su muerte redentora. Para J.A. Pagola, Jesús es un terapeuta que acoge al hombre pecador. No hay perdón-absolución, sino perdón-acogida, y es que el autor ha vaciado de contenido el sentido del pecado, como ofensa a Dios, que Jesús restaura con la ofrenda sacrificial de su vida.
RECENSIONES
Dr. José Rico Pavés, profesor de cristología (Un Jesús irreconocible y Observaciones metodológicas)
-Dr. José Antonio Sayés, profesor de cristología
- Dr. José María Iraburu, profesor de teología espiritual
El “Jesús” de Pagola no es el Jesús de la fe de la Iglesia
Es un libro que presenta a un Jesús vaciado y rellenado, según la técnica de la desmitologización promovida por R. Bultmann.
Jesús es Dios, sabe que es Dios y habla continuamente de ello. J.A. Pagola elude este aspecto fundamental del perfil de Jesús. La tentación arriana asoma en el conjunto de la obra.
Jesús ha tenido conciencia de su muerte redentora. Para J.A. Pagola, Jesús es un terapeuta que acoge al hombre pecador. No hay perdón-absolución, sino perdón-acogida, y es que el autor ha vaciado de contenido el sentido del pecado, como ofensa a Dios, que Jesús restaura con la ofrenda sacrificial de su vida.
RECENSIONES
Dr. José Rico Pavés, profesor de cristología (Un Jesús irreconocible y Observaciones metodológicas)
-Dr. José Antonio Sayés, profesor de cristología
- Dr. José María Iraburu, profesor de teología espiritual
-Dr. Luis Argüello, vicario episcopal de Valladolid.(A propósito del Jesús de Pagola)
CARTA COMPLETA http://www.diocesistarazona.org/otros/dfp2.pdf
El libro de Pagola hará daño
Carta Pastoral de Mons. Demetrio Fernández, obispo de Tarazona,
a propósito del libro de J.A. Pagola
______________________________________________________________________
Me llegan noticias de que el libro de J.A. Pagola (Jesús. Aproximación histórica, PPC,
Madrid 2007, 544 pp) se está vendiendo como rosquillas. Incluso en una de mis visitas
pastorales de hace pocos días, quisieron regalármelo como el mejor de los presentes.
Así se lo habían sugerido en la “librería religiosa” de turno. En nuestra hoja diocesana,
común para todo Aragón (16.12.2007, p. 7), venía publicitado y recomendado como
libro de formación. En muchas comunidades religiosas, es el regalo obligado de
Navidad para una hermana o para la madre superiora, que lo pondrán a disposición de
todas, como el libro de moda. No han faltado diócesis, incluso, en donde se ha hecho
una presentación cuasioficial de la obra, sembrando confusión en tantos fieles católicos.
Algunos curas de mi diócesis me han preguntado perplejos por esta obra.
Si de un libro bueno se tratara, la difusión me alegraría, porque se trata de dar a conocer
a Jesús. Pero leyendo detenidamente su contenido, me produce profunda preocupación
que este libro se difunda tanto, y precisamente en torno a la Navidad. El “Jesús” de
Pagola no es el Jesús de la fe de la Iglesia. Este libro, que se lee con gusto por el buen
estilo literario de su autor, sembrará confusión, también en mi diócesis, pequeña y
humilde, que vive influenciada como todas por los fenómenos de masas, tantas veces
provocados con gran aparato mediático. Muchos de sus lectores no tendrán elementos
de juicio, y confían que sus pastores les alerten de los peligros que pueden acechar su fe
en Jesucristo, el Jesús que anuncia la Iglesia y que es el único salvador de todos los
hombres. Movido por esta inquietud pastoral, escribo estas notas que no pretenden ser
exhaustivas y animo a otros, pastores y teólogos, a que examinen con atención este libro
que tanta difusión está teniendo, y que tanto daño puede hacer a nuestros fieles, sobre
todo a los más sencillos.
Es un libro que presenta a un Jesús vaciado y rellenado, según la técnica de la
desmitologización promovida por R. Bultmann, y que otros autores han seguido en las
últimas décadas: E. Schillebeecx, J. Sobrino, etc. cada uno a su manera. Se trata de
aplicar acríticamente el método histórico-crítico (en sí mismo válido, pero que tiene sus
límites) e ir seleccionando aquello que cuadra con el a priori que uno se ha formado. Por
este camino podemos presentarnos un Jesús a nuestra medida y a nuestro gusto, según la
moda del momento, y hacerlo además con argumentos de crítica histórica. Pero ese
Jesús debe someterse críticamente a la fe de la Iglesia. Dicho de manera sencilla, se
presenta un Jesús en el que se seleccionan rasgos, se amplían otros, se suprimen
bastantes, sin ninguna referencia a la fe de la Iglesia, que de manera viva nos ha
transmitido a lo largo de los siglos el Jesucristo auténtico, el único que puede salvar.
Hay un silencio total sobre la reflexión que a lo largo de la historia ha realizado la
Iglesia, particularmente en los siete concilios ecuménicos de la Iglesia indivisa a lo
largo del primer milenio. Es como si la Iglesia hubiera adulterado el mensaje y
tuviéramos que acudir a las fuentes más puras para reencontrar al Jesús perdido, y todo
ello so pretexto de historicidad. Esto me suena al prejuicio de A. Harnack (1851-1930),
historiador protestante liberal, maestro de R. Bultmann (1884-1976). Por el contrario, la
monumental obra del católico A.Grillmeier (1910-1998), honrado con la dignidad
cardenalicia en sus últimos años por Juan Pablo II, ha demostrado minuciosamente que
la fe de los primeros concilios (sobre todo, Nicea, Éfeso y Calcedonia) ha sido una obra
impresionante de deshelenización de la fe.
Es decir, cuando la fe sobre Jesucristo ha corrido peligro de ser asfixiada por el
helenismo que era la ideología de la época, la Iglesia en Nicea (325), Éfeso (431) y
Calcedonia (451) ha devuelto esa pureza de la fe, proclamando las definiciones que
rezamos en el credo. Las definiciones de los concilios, por tanto, no son
encorsetamiento de la pureza evangélica en fórmulas dogmáticas que nos distancian del
auténtico Jesús histórico, sino que, gracias a tales concilios, ha llegado hasta nosotros la
pureza de la doctrina predicada por Jesús, ha llegado hasta nosotros la imagen auténtica
de Jesús de Nazaret. La Iglesia de todos los tiempos, también la Iglesia de nuestros días
tiene esta preciosa y grave responsabilidad: la de rescatar a Jesús de las ideologías de
moda y presentar el auténtico Jesús, el Hijo eterno de Dios hecho hombre, el Cordero de
Dios que ha derramado su sangre por nosotros y por todos los hombres, para el perdón
de los pecados, el Jesús de Nazaret que nos presentan los evangelios y los demás
escritos del Nuevo Testamento, el que la Iglesia ha presentado a lo largo de los siglos
como el único salvador de todos los hombres.
Jesús es Dios, sabe que es Dios y habla continuamente de ello. J.A. Pagola elude este
aspecto fundamental del perfil de Jesús. A lo sumo, admite que el título “Hijo de Dios”
se lo dieron los cristianos tardíos de la primera comunidad. Jesús sería el profeta de la
compasión de Dios. La tentación arriana, que ha recorrido la historia del cristianismo
reduciendo a Jesucristo a un hombre excepcional, pero que no es Dios consubstancial al
Padre, asoma en el conjunto de la obra, pero si Jesús no es Dios como su Padre, no
podrá divinizarnos, y la salvación que nos aporta queda diluida simplemente en un buen
ejemplo.
Jesús ha tenido conciencia de su muerte redentora. Es decir, ha vivido y ha caminado
con plena libertad hacia el momento supremo de entregar su vida en rescate por todos
los hombres. La muerte no es un accidente en la historia de Jesús, la muerte para Jesús
es el momento supremo de la glorificación por parte del Padre, que culminará en la
resurrección, tras entregar su vida para el perdón de los pecados. Para J.A. Pagola, Jesús
es un terapeuta que acoge al hombre pecador. No hay perdón-absolución, sino perdónacogida,
y es que el autor ha vaciado de contenido el sentido del pecado, como ofensa a
Dios, que Jesús restaura con la ofrenda sacrificial de su vida.
Remito a estudios más detallados, que han comenzado a aparecer tras la publicación de
este libro de J.A. Pagola. En la página web de la diócesis de Tarazona
(http://www.diocesistarazona.org/) aparecen algunas recensiones del libro (J. Rico, J.A.
Sayés, J.M. Iraburu, L. Argüello). Nos encontramos ante una presentación de Jesús, que
hará daño, sobre todo a quienes no tienen elementos de juicio para leerla críticamente.
Es función de los pastores llamar la atención sobre esta presentación de Jesús, que no se
atiene a la fe de la Iglesia. Que la luz del Verbo encarnado disipe todo tipo de tinieblas,
sobre todo las que pueden cernirse sobre la figura de Jesús, el Hijo de Dios hecho
hombre.
+ Demetrio Fernández, obispo de Tarazona*
Navidad 2007
______________________________________________________________________
* Mons. Demetrio Fernández es doctor en teología dogmática, y ha sido profesor de Cristología y
Soteriología en el Instituto Teológico “San Ildefonso” de Toledo durante 27 años, antes de ser promovido
al episcopado.
CARTA COMPLETA http://www.diocesistarazona.org/otros/dfp2.pdf
El libro de Pagola hará daño
Carta Pastoral de Mons. Demetrio Fernández, obispo de Tarazona,
a propósito del libro de J.A. Pagola
______________________________________________________________________
Me llegan noticias de que el libro de J.A. Pagola (Jesús. Aproximación histórica, PPC,
Madrid 2007, 544 pp) se está vendiendo como rosquillas. Incluso en una de mis visitas
pastorales de hace pocos días, quisieron regalármelo como el mejor de los presentes.
Así se lo habían sugerido en la “librería religiosa” de turno. En nuestra hoja diocesana,
común para todo Aragón (16.12.2007, p. 7), venía publicitado y recomendado como
libro de formación. En muchas comunidades religiosas, es el regalo obligado de
Navidad para una hermana o para la madre superiora, que lo pondrán a disposición de
todas, como el libro de moda. No han faltado diócesis, incluso, en donde se ha hecho
una presentación cuasioficial de la obra, sembrando confusión en tantos fieles católicos.
Algunos curas de mi diócesis me han preguntado perplejos por esta obra.
Si de un libro bueno se tratara, la difusión me alegraría, porque se trata de dar a conocer
a Jesús. Pero leyendo detenidamente su contenido, me produce profunda preocupación
que este libro se difunda tanto, y precisamente en torno a la Navidad. El “Jesús” de
Pagola no es el Jesús de la fe de la Iglesia. Este libro, que se lee con gusto por el buen
estilo literario de su autor, sembrará confusión, también en mi diócesis, pequeña y
humilde, que vive influenciada como todas por los fenómenos de masas, tantas veces
provocados con gran aparato mediático. Muchos de sus lectores no tendrán elementos
de juicio, y confían que sus pastores les alerten de los peligros que pueden acechar su fe
en Jesucristo, el Jesús que anuncia la Iglesia y que es el único salvador de todos los
hombres. Movido por esta inquietud pastoral, escribo estas notas que no pretenden ser
exhaustivas y animo a otros, pastores y teólogos, a que examinen con atención este libro
que tanta difusión está teniendo, y que tanto daño puede hacer a nuestros fieles, sobre
todo a los más sencillos.
Es un libro que presenta a un Jesús vaciado y rellenado, según la técnica de la
desmitologización promovida por R. Bultmann, y que otros autores han seguido en las
últimas décadas: E. Schillebeecx, J. Sobrino, etc. cada uno a su manera. Se trata de
aplicar acríticamente el método histórico-crítico (en sí mismo válido, pero que tiene sus
límites) e ir seleccionando aquello que cuadra con el a priori que uno se ha formado. Por
este camino podemos presentarnos un Jesús a nuestra medida y a nuestro gusto, según la
moda del momento, y hacerlo además con argumentos de crítica histórica. Pero ese
Jesús debe someterse críticamente a la fe de la Iglesia. Dicho de manera sencilla, se
presenta un Jesús en el que se seleccionan rasgos, se amplían otros, se suprimen
bastantes, sin ninguna referencia a la fe de la Iglesia, que de manera viva nos ha
transmitido a lo largo de los siglos el Jesucristo auténtico, el único que puede salvar.
Hay un silencio total sobre la reflexión que a lo largo de la historia ha realizado la
Iglesia, particularmente en los siete concilios ecuménicos de la Iglesia indivisa a lo
largo del primer milenio. Es como si la Iglesia hubiera adulterado el mensaje y
tuviéramos que acudir a las fuentes más puras para reencontrar al Jesús perdido, y todo
ello so pretexto de historicidad. Esto me suena al prejuicio de A. Harnack (1851-1930),
historiador protestante liberal, maestro de R. Bultmann (1884-1976). Por el contrario, la
monumental obra del católico A.Grillmeier (1910-1998), honrado con la dignidad
cardenalicia en sus últimos años por Juan Pablo II, ha demostrado minuciosamente que
la fe de los primeros concilios (sobre todo, Nicea, Éfeso y Calcedonia) ha sido una obra
impresionante de deshelenización de la fe.
Es decir, cuando la fe sobre Jesucristo ha corrido peligro de ser asfixiada por el
helenismo que era la ideología de la época, la Iglesia en Nicea (325), Éfeso (431) y
Calcedonia (451) ha devuelto esa pureza de la fe, proclamando las definiciones que
rezamos en el credo. Las definiciones de los concilios, por tanto, no son
encorsetamiento de la pureza evangélica en fórmulas dogmáticas que nos distancian del
auténtico Jesús histórico, sino que, gracias a tales concilios, ha llegado hasta nosotros la
pureza de la doctrina predicada por Jesús, ha llegado hasta nosotros la imagen auténtica
de Jesús de Nazaret. La Iglesia de todos los tiempos, también la Iglesia de nuestros días
tiene esta preciosa y grave responsabilidad: la de rescatar a Jesús de las ideologías de
moda y presentar el auténtico Jesús, el Hijo eterno de Dios hecho hombre, el Cordero de
Dios que ha derramado su sangre por nosotros y por todos los hombres, para el perdón
de los pecados, el Jesús de Nazaret que nos presentan los evangelios y los demás
escritos del Nuevo Testamento, el que la Iglesia ha presentado a lo largo de los siglos
como el único salvador de todos los hombres.
Jesús es Dios, sabe que es Dios y habla continuamente de ello. J.A. Pagola elude este
aspecto fundamental del perfil de Jesús. A lo sumo, admite que el título “Hijo de Dios”
se lo dieron los cristianos tardíos de la primera comunidad. Jesús sería el profeta de la
compasión de Dios. La tentación arriana, que ha recorrido la historia del cristianismo
reduciendo a Jesucristo a un hombre excepcional, pero que no es Dios consubstancial al
Padre, asoma en el conjunto de la obra, pero si Jesús no es Dios como su Padre, no
podrá divinizarnos, y la salvación que nos aporta queda diluida simplemente en un buen
ejemplo.
Jesús ha tenido conciencia de su muerte redentora. Es decir, ha vivido y ha caminado
con plena libertad hacia el momento supremo de entregar su vida en rescate por todos
los hombres. La muerte no es un accidente en la historia de Jesús, la muerte para Jesús
es el momento supremo de la glorificación por parte del Padre, que culminará en la
resurrección, tras entregar su vida para el perdón de los pecados. Para J.A. Pagola, Jesús
es un terapeuta que acoge al hombre pecador. No hay perdón-absolución, sino perdónacogida,
y es que el autor ha vaciado de contenido el sentido del pecado, como ofensa a
Dios, que Jesús restaura con la ofrenda sacrificial de su vida.
Remito a estudios más detallados, que han comenzado a aparecer tras la publicación de
este libro de J.A. Pagola. En la página web de la diócesis de Tarazona
(http://www.diocesistarazona.org/) aparecen algunas recensiones del libro (J. Rico, J.A.
Sayés, J.M. Iraburu, L. Argüello). Nos encontramos ante una presentación de Jesús, que
hará daño, sobre todo a quienes no tienen elementos de juicio para leerla críticamente.
Es función de los pastores llamar la atención sobre esta presentación de Jesús, que no se
atiene a la fe de la Iglesia. Que la luz del Verbo encarnado disipe todo tipo de tinieblas,
sobre todo las que pueden cernirse sobre la figura de Jesús, el Hijo de Dios hecho
hombre.
+ Demetrio Fernández, obispo de Tarazona*
Navidad 2007
______________________________________________________________________
* Mons. Demetrio Fernández es doctor en teología dogmática, y ha sido profesor de Cristología y
Soteriología en el Instituto Teológico “San Ildefonso” de Toledo durante 27 años, antes de ser promovido
al episcopado.
1 comentario:
Es una ayuda muy buena contar con orientaciones tan claras.
Miguel Ángel Jiménez
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